Nutrición Profunda.

22/9/09

¿Cómo explicarte, mundo?, ¿acaso te debo alguna explicación?
Ninguna, esa es la única certeza y aún así no paro de intentar explicar. Explicarme.
Buscar esos “porque’s” te va a matar, me diría. Podes reírte de mí porque de hecho yo lo haría.
Sé que brillo y que te gusta mirarme. Sé que por más que intente apagarme tu mirada siempre me encontrará en cuanto me distraiga.
¿Queres que sea?, ¿por qué debo gustarte?
La soledad me duele más que nada y es en ella en donde me consuelo. Aceptarla, abrazarla, hacerme amiga…
Tal vez ya haya perdida la cabeza. Asquerosa eternidad la que se aferra a mí rechazando la claridad. Mano amiga, te extraño. Soledad amiga, omnipotente y presente siempre, ¿me regalarías una ausencia por ser tu amante fiel?

17/9/09

Entró en la habitación, el frío le heló los huesos. Pasó las yemas de los dedos por las paredes cubiertas de polvo, recordaba absolutamente todo lo que había pasado en esa casa. Podía ver, sin esfuerzo, a su padre sentado en el viejo sillón de cuero negro. Podía verlo imperturbable y ajeno, en su mundo de hachís. Reprodujo cada milímetro del cuarto, proyectándolo en la inmensidad de escombros. Por poco podía escuchar a su hermanita correr en el piso de arriba. Era imposible recordar su infancia sin sentir el gusto de esa tragedia, nada volvió a ser lo mismo después de ese día. Un sonido seco. La puerta se cerró y la llave giró del otro lado de la habitación encerrándola. Sintió el horror treparle el cuello, el frío cada vez era más insoportable. Ahora realmente escuchaba. Odiaba escuchar.
Tengo que empezar a conformarme, tal vez amar no sea racional.

9/9/09

La vida me está bombardeando señales y no sé muy bien como interpretarlas. Las indicaciones parecen clarísimas y la ramificación de caminos se bifurca con asombrosa coherencia fantástica. A veces tengo la certeza de que todo el universo danza acompasado en un ritmo que poco conozco, pero muy bien percibo. Le encuentro mensajes ocultos a muchas situaciones y me dejo llevar por la vida vertiginosa… que me trajo aquí.
Ahora mismo estoy perdida. No sé a donde ir y solo me resta ver a la gente pasar. Sentarse en un café a escribir es casi poético. Más aún si una vela parpadea iluminando frágilmente la mano que dibuja y una ventana abierta despeina persistente las hojas en las que escribo. Pedí un café con leche y una medialuna. Sentí necesaria una excusa para aquí sentarme. Una vez asumida mi situación, surge sencillamente el deseo de contemplar y ser. De relajarme y vivir.
El otro día fui a una parapsicóloga que me recomendó mi madre. Acepté de buena gana esperando encontrarme con una mujer, por sobre todas las cosas, muy interesante. A la “bruja” le expliqué mi manera de ver las cosas y la sorprendí. Me llenó tanto de elogios que mi escepticismo se esforzó por tomar el control de mi ser. Lo reprimí, me relajé y escuché. Parecía conocer mi mundo interno mejor que yo (quitándole las tonterías religiosas que tan poco comparto). Me miraba siempre a los ojos y con fuerza intimidatoria. Un par de veces me permití encausar los oídos y recomponer sus frases místicas en otras que me identificaran más. Me dijo prodigio. Me llamó ser de luz. Me relacionó con el mago todo poderoso. Sorprendentemente… no me sentí estafada.
Mi espiritualidad es prácticamente innata y aunque nunca le presté mucha atención a las enseñanzas de la metafísica, de alguna manera inexplicable, la matemática de la vida se me fue rebelando y las cosas absorbieron un increíble significado.
¿Cómo explicarlo?, ¿Comprendes de lo que hablo, lector omnipotente?
Interpretar señales teniendo en cuenta que hay energías que nos superan. Apreciar cada segundo desde nuestra integridad, desembarcando inevitablemente en una templanza feliz y constante.
¿Qué espera el hombre mediocre para perseguir su felicidad?, el miedo a la incertidumbre tal vez. La inseguridad de no tener buenas respuestas para responder a las exigencias del mundo moderno... Who knows?
Lo pagaran con su tristeza y disconformidad. Le sonreiré con ternura a sus prejuicios. Me mantendré erguida ante el único instante que realmente importa: aquí y ahora. Seré siempre y espero nunca perder esta seguridad encontrada allí, donde se guardan todas las otras cosas.
A ti te hablo, energía cósmica que está en todo y todos. En cada momento vivido. Ahora mismo, dentro mío. Le hablo a ese universo en la persiana de nuestros párpados, en el núcleo del cerebro. Esa fuerza increíble que puede desplegarse, activarse, moldearse, UTILIZARSE.

6/9/09

Lo veo tríste, pero sólo cuando está conmigo...
Me desea, lo cual me reconforta muchísimo (aunque lo reprima infantilmente reclamando su antigua ternura). Lo que siento por él es fuerte, o al menos real. Me intriga saber hasta donde está dispuesto a llegar "en nombre del amor". Adoro esa ambiciosa persecusión. No me parece insólita.