30/7/09

Cuatro seres se desplomaron sencillamente sobre lo que su antojo les propuso. Tomaban mate cocido, tocaban la guitarra y golpeaban arrítmicamente un bongó. El sol los abrazaba y en su templanza nada tenían para decir. Apenas había miradas para intercambiar porque el momento los invitaba a blanquear sus mentes. Al menos así lo vivió ella y, aunque sabía que era muy talentosa para trasgiversar situaciones, creyó estar en lo cierto.
El cielo se nublaba paulantinamente despertándolos de sus actividades. Mientras uno dormía, los otros tres leían libros que el azar les había puesto delante. Estaban bien... se los veía bien, acorazados bajo el sol tras una noche de locura. Mediocremente bien, realmente bien.
Entonces ella lo supo. ¿Qué faltaba para que ese momento hermoso se inundara de mágia y significado? La respuesta danzó ante sus ojos y sintió el impulso de romper el silencio murmurando una palabra antigua y desesperada. "Felicidad" hubiera dicho sin esperar comprensión. Sonrió pensando en posibles reacciones. La tratarían como la loca que es o tal vez sonreirían inocentemente pensando que ella estaba dandole un nombre a un sentimiento que nacía de su estómago. De todas formas, no dijo nada. Leyó para disipar las preocupaciones de su mente e intentar ahuyentar las preguntas que la atormentaban a todo momento. ¿Por qué seguía buscandole un significado a la vida?, ¿por qué no se limitaba simplemente a vivirla?

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